Para hablar de postres saludables es necesario tener en cuenta que el azúcar ha sido calificado por muchos como una toxina y por buenas razones. Ésta, está relacionada con las enfermedades que predominan en nuestro sistema de salud como: la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2 y los problemas coronarios; además de promover la osteoporosis, alimentar el cáncer, agotar las glándulas suprarrenales, volver locas a las hormonas y al sistema nervioso. La mayoría de las personas incluyendo los médicos tradicionales, no se dan cuenta que estas enfermedades pueden prevenirse a través de simples cambios en los hábitos alimenticios.
Al mismo tiempo hay un instinto de preservación que nos lleva a preferir los sabores dulces sobre cualquier otro sabor. La razón, es que no existe ninguna alimento sobre la faz de la tierra que sea dulce y venenoso a la vez. Este mecanismo fue clave para la evolución y la supervivencia de la raza humana, pero en la era moderna está sucediendo justamente lo contrario.
Podríamos decir que el azúcar es adictiva, así como el café y el chocolate, porque activa nuestro cerebro de manera similar a la cocaína, la heroína y el alcohol. Al consumirla, los sistema de recompensa del cerebro se activan y se libera dopamina, la hormona que regula la sensación de placer.
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¿Cuándo el azúcar se convirtió en una toxina?
Todo empezó en 1689 cuando se construyó la primera refinería de azúcar en los Estados Unidos (NY). Los habitantes de esa zona comenzaron a endulzar sus comidas con azúcar refinada. Las compañías de alimentos al darse cuenta que el azúcar puede ser adictiva, comenzaron a colocarla en casi todos los productos, incluso en comida salada. Hoy, el estadounidense consume 100 libras de azúcar al año en contraste con 8 libras de brócoli.
Entonces cuando hablamos de azúcar como una toxina hablamos de azúcar refinada, no del azúcar que se da naturalmente en frutas y vegetales. El azúcar refinada es también llamada carbohidratos simples y su característica principal es que en el proceso de refinación se le remueve la fibra. Estos azúcares se digieren muy rápidamente causando picos de insulina en la sangre, dándonos un placer momentáneo, que luego se convierte en cansancio y tristeza.
Ejemplos: azúcar blanca, pan blanco, arroz blanco, azúcar de mesa y todo lo que contiene grandes cantidades de azúcar refinada como caramelos, tortas, cupcakes, sodas, pasteles, etc.
En contraste están los carbohidratos complejos que son aquellos que conservan la fibra, lo que hace su absorción y digestión más lenta promoviendo períodos más largos de energía pues el azúcar llega a la sangre lentamente. Los carbohidratos complejos son alimentos no procesados o ligeramente procesados y por lo tanto conservan tanto su fibra como: sus vitaminas, minerales y enzimas que hacen más fácil su digestión. Ejemplo: una manzana, una zanahoria, arroz integral y granos enteros en general.
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¿Debemos entonces renunciar al azúcar por completo? ¿O es posible comer postres saludables?
No tienes que renunciar al azúcar pues existen mil y una formas de comer postres saludablemente. Sólo tienes que controlar las cantidades y escoger versiones menos refinadas y más naturales como frutas, vegetales dulces, miel cruda, chocolates oscuro, sirope de maple, azúcar morena, azúcar de coco y granos enteros.
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