En la universidad me gradué de Recursos Humanos y más tarde obtuve un Master en el área de negocios (MBA). De todos mis estudios, la certificación que más satisfacción me ha dado ha sido el título de “Health Coach”, o consejero de salud, que obtuve del “Institute of Integrative Nutrition” en Nueva York, pues fue la que me hizo despertar.

Después de haber presenciado lo que significa padecer enfermedades como la depresión y el cáncer dentro de mi propia familia, entendí que no es posible vivir plenamente sin salud. La conclusión a la que llegué es sencilla pero muchas veces subestimada. “La salud es el principio de todo, es un vehículo para llegar a donde queremos ir y es una forma de vivir”. Toda buena idea, todo momento mágico, todo aprendizaje y sensación de satisfacción es posible gracias a la disposición y la claridad que proveen un cuerpo y una mente sanos.

Pero el verdadero cambio sucedió cuando mis hijos nacieron, dos regalos del cielo que no solo me trajeron muchas horas de desvelo, sino paz y liberación. Cuando ellos llegaron a mi vida, entendí que tenía que cambiar, pues mis hijos se merecían a la mejor mamá del mundo. El deseo de dar fue tan grande que ser feliz ya no era una opción, sino una responsabilidad: la de darles el ejemplo. A partir de ese momento, comencé a quererme y a cuidarme a un nivel más profundo, y así comenzó la transformación a una VidaVerde.

A través de la alimentación, encontré la inspiración para cuidar de mí y de mi familia. Al comenzar a cuidar la calidad de la comida que ponía en mi boca, naturalmente empecé a cuidar otros aspectos de mi vida y entendí la profunda relación que existe entre la salud del cuerpo y de la mente. Mi estilo de vida cambió por completo y frente a mí se abrieron puertas de sabiduría y paz que jamás pensé posibles. Al limpiar mi mente de cargas innecesarias y mi cuerpo de sustancias tóxicas, descubrí mi intuición; y desde ese día es ella la que guía mis pasos.

Entendí la importancia de volver a las bases, de escuchar a nuestro cuerpo, de sentarse a la mesa, de tener principios claros y ser fieles a ellos, de cultivar las tradiciones y respetar a nuestros abuelos. –En un mundo lleno de estrés, donde las relaciones no se riegan, donde el dinero es la más fuerte motivación y el cáncer nuestro peor enemigo, regresar a los orígenes es una necesidad-. Mi lema de ahí en adelante es “somos lo que comemos”, lo que me llevó a cocinar, a inventar, a hacer de aquello algo divertido y, poco a poco, lo que parecía ser un hobby se convirtió en un estilo de vida… Me convertí en una chica Verde y sin saberlo pasé a formar parte de un gran movimiento.

Mi VidaVerde es la búsqueda de una vida donde nuestros actos están alineados con nuestras creencias, y nuestro cuerpo con nuestra mente; un lugar donde el balance es la palabra clave y la meta es ser la mejor versión de nosotros mismos. Después de haber experimentado mi transformación y contribuido a la transformación de otros, siento la responsabilidad de transmitir el mensaje y así ayudar a otros a alcanzar su máximo potencial como seres humanos para tener mejores familias, niños más sanos y así crear un efecto dominó que nos lleve juntos a cambiar el mundo.